Casa Quieta es un condominio en Rancho Cortés, al norte de Cuernavaca, en una zona con un microclima templado, riqueza topográfica y una amplia biodiversidad: estanques, apantles y la profusa vegetación característica de Cuernavaca. Esta riqueza del entorno natural ha sido el punto de partida para el diseño de Casa Quieta 12 en cada uno de sus espacios. La arquitectura es un desdoblamiento a partir de la orientación, de las vistas y de la ubicación de los árboles con los cuales se integra armónicamente.
Casa Quieta 12 nace de su contexto: utiliza el vacío entre la vegetación para marcar su eje principal, se adapta a la topografía y se acerca a la fluidez del entorno mediante trazos geométricos. La premisa de diseño fue abrirse y retraerse donde la naturaleza lo iba marcando, pero, al mismo tiempo, se buscó la coherencia de los espacios interiores, haciendo de éstos lugares reservados para la vida familiar y privada, sin perder las magníficas vistas a través de terrazas y jardín. Esta resolución de contrarios se llevó a cabo con una casa prácticamente ciega hacia la calle, que sorprende al cruzar el umbral de la puerta con espacios luminosos, amplios y abiertos.
El trazo y la volumetría surgen de un mismo gesto triple: el desplante acotando los árboles originales entre la calle y el acceso peatonal, una línea recta que une visualmente una magnolia en el patio de acceso con un pino en medio del paisaje y el giro del segundo volumen para tener la mejor orientación y vistas posibles, respetando la privacidad del predio colindante. La casa se diseñó a partir de tres principios: apertura, tensión y contención. Tiene tres volúmenes que se separan claramente por las tres circulaciones principales. Estos ejes se trataron como vacíos que unen y dividen los volúmenes, al tiempo que permiten fugas visuales al contexto natural. La integración con éste se consolida a través del uso de los materiales: pisos de cantera, mármol y madera sólida de cumarú, muros de piedra amarilla y cristal el cual enmarca la naturaleza, convirtiéndola en paisaje.
La casa es sensible a la naturaleza sin sacrificar la habitabilidad. Los ejes aunque transparentes, permiten transitar de un espacio a otro en un interior cómodo, incluso el eje principal permite cruzar de la alberca a los servicios o al acceso sobre un deck de madera. La sala y comedor privilegian la vida familiar con vistas magníficas y con la posibilidad de extenderse a terrazas, cubiertas o descubiertas. Las habitaciones con absoluta privacidad a la calle, se vuelven miradores, mediados por terrazas, volcados al horizonte. El estudio a altura y media, que también puede ser un cuarto de visitas o una estancia familiar, tiene un acceso independiente y aprovecha el desnivel en el terreno, acercándose al jardín y distanciándose de otros espacios de la casa. Es un lugar donde existe una cercanía muy estrecha, visual y física, con el jardín.
Siguiendo la idea de Schelling, aquella de la humanidad como el vacío donde la naturaleza es capaz de mirarse a sí misma, Casa Quieta 12 abre un espacio habitable para la contemplación de la naturaleza circundante.
Proyecto: tescala
Construcción: 371m2
Obra: Arq. Javier Flores
Fotografía: Erika Vázquez Athié