El primer impulso frente a un vacío urbano, es volverlo un paraíso. No obstante, un paraíso es por definición excluyente. Pensemos ahora los vacíos urbanos como oportunidades para reorganizar el caos. Esto requiere que sus límites no sean absolutos, donde este espacio que actualmente es inhabitable y una barrera infranqueable, se vuelva un lugar permeable y coadyuvante a su entorno. El principio de esta propuesta reside en entender la ciudad como un verdadero tejido donde los intercambios se dan a través de los flujos necesarios.
En concreto, se propone redensificar el área del actual aeropuerto, comenzando con un programa que sea tomado de los alrededores, de los espacios con hacinamiento o mal funcionamiento. Se retoman instalaciones como la terminal dos, para alojar un nuevo paradero de Pantitlán, se rediseñan las escuelas de los alrededores al interior del conjunto nuevo y se van dejando dichos puntos conflictivos abiertos a nuevas posibilidades. Estas estrategias atomizan la influencia positiva y reducen la escala de los nuevos espacios públicos haciéndolos realmente apropiables, ampliando además, el radio de la intervención, generando nuevos vacíos donde esta visión puede replicarse.
De igual manera, esta redensificación y reordenamiento deberá absorber las posibles externalidades (urbanización) del nuevo aeropuerto, que deberá mantenerse aislado y sólo conectado a la ciudad por este gran vestíbulo a través de un eje en medio de un paisaje lacustre. El objetivo es darle a este nuevo conjunto mixto la escala, el lenguaje y la interconectividad necesarias para volverlo la nueva puerta de la Ciudad de México que mejore las condiciones de vida de sus habitantes y al mismo tiempo evite la destrucción definitiva del lago de Texcoco.
Proyecto: tescala
Concurso: Arquine 17